Gracias.

Últimamente me cuesta mucho soñar. No soy capaz de acercarme a los mundos de los sueños. Será que no dejo de pensarte, o que quizá ya no quieres entrar en mis mundos. Pero ayer... Ayer volviste. Estabas ahí delante; en mi sueño. Y te tocaba, y sonreías. Y yo sonreía al ver lo bello que es todo cuando me miras a los ojos. Y lentamente me hundí en tu brillante mirada. Joder, juraría que esta vez te brillaban más que la última vez. Aunque creo que mis ansias al verte, aún siendo en un sueño, jugaron a favor. Era un momento de esos en que parece que algo se ha parado. Ese momento que incluso dejas de sentir todo lo demás, y tus sentidos se agudizan. Abres, sin darte cuenta siquiera, un poco más los ojos, para poder disfrutar de ese momento tan especial. Pones toda tu atención en esa persona. Y poco a poco se comienza a erizar la piel, aumentan las pulsaciones. Y justo en ese momento, nos besamos. Y fue un beso de esos que se sienten, en el interior más profundo. Fue muy suave y rozando levemente nuestros labios. Es imposible poder explicar cómo fue. Pero es lo más real que he vivido en un puto sueño. Prometo que fue tal cual lo cuento. Y nos seguimos besando. Y al dejar de besarnos, frente con frente. Nos miramos y sonreíamos. Te prometo que ha sido lo más maravillosamente bonito que he soñado en mi vida. Gracias.

Luna entre mil lunas.

La verdad es que ya no se de dónde sacar las palabras. Pero debes saber que la luna brilla un poco menos cuando la miras. Lo que no sé es, si es por cómo te brillan los ojos o por la envidia que le da cuando la miras. Sucede que las estrellas se ponen en acción y dibujan tu sonrisa sobre un cielo cegado de luz acorde al brillo que desprenden tus ojos cuando caminas. Y se queda el sol mirando, en el atardecer más gélido y sereno, a ver cómo sale la bella por el horizonte que entreven tus piernas sobre un mar en calma que esconde tormentas y paraísos cercanos más a esta vida que a cualquier otra que inventen los susodichos enviados de sus dioses. Pues ellos, ignorantes de ti, no saben que en este mundo nadie se compara a la luna llena cuando va a hacer acto de aparición.

21 gramos.

No, no se si son las cuentas. Las que echo para calcular los dias que llevo ya sin verte, sin saber de ti. Y creo, sinceramente, que es más por lo que pienso que por lo que quizá sea realmente. Tu espacio es tuyo y de nadie más. Es tan complejo que me quedo inmóvil, petrificado. No soy capaz de dar un paso por culpa de lo que podría ser, o por el qué es. Mientras, ahogo mis pensamientos en escapadas, letras y canciones que, ya no es que me hablen de ti, es que te esculturizan, son tu esencia y parte de ti.

Pero dejando a un lado todo eso... Cada dos por tres me vienes, voladora de sueños aun por vivir, a la mente enferma mia, y me miras con ojos de hambre, de tormenta de verano, de pequeños sorbos que saben a néctar; pequeños sorbos que dejan un rastro de anécdotas aun por disfrutar. Por eso el tenerte cerca, el sentir de dos almas de 21 gramos que imploran ansias de vivir por doquier. Va, vamos.

Fino hilo rojo atado.

Menos mal. Ya creía que mis mundos se habían olvidado de ti. Pero no. Esta noche volví a soñar contigo. Y fue tan maravilloso, que creí que fue real. Incluso al despertarme me he tocado los labios intuyendo que habían rozado los tuyos. Déjame a mi que te sueñe. Me encargaré de hacer, de dos, un solo sentido. Ven, tómame la mano y vayamos a los lugares más insólitos de nuestros mundos. Solo quería que supieras que me has besado, aunque no lo sepas. Y ha sido lo más bonito que me ha pasado en mi otro mundo. Fino hilo rojo atado. Recuérdalo.

Historias inacabadas.

Hay historias que no tienen fecha de caducidad. ¿Nosotros? Por favor, somos historia de un presente pasado con perspectivas de un futuro desconocido. Pero somos, o seremos, quién sabe. Solo sé que esa es la mejor parte. La parte en la que te miro, y me veo reflejado en el brillo de tus ojos. Deseando estoy, de ti. De un presente contigo, en un futuro. Lejos, y cerca. De tus labios bañados en un mar donde todo es felicidad aderezada con toques de pequeñas tormentas perfectas donde somos relámpagos unidos con un único fin: ser, nosotros. Simplemente. Sin ser simples.

El mañana de hoy.

El orden de los gemidos altera el deseo. Matemática de la carne, como dirían algunos, que desequilibra mentes serenas entre el valor añadido de un beso y el resto que deja la saliva entre las capas de la piel. Quédate con eso, con lo que nos espera en un mañana (o en una mañana...), completo sin ningún orden conocido.

Utopías selectivas.

Y que al marcharte, recuerdes qué fue lo nuestro, y si llegó a buen puerto... Y recordarás las ganas de volver a ser lo que nunca fuimos. Y ansiarás, entre sollozos, los recuerdos que nunca compartimos. Y creerás que todo lo hice por ti, siendo la mujer de mi vida, sin siquiera haberlo sido. Qué cosas, que, sin ser, siempre creí que fuimos. Utopías. Qué maravillosas, las cosas que no podemos conseguir, ni siquiera alcanzar. Y todo por la simple y llana razón de quererte, libre. ¿Y eso significa quererte sin mi? Échale, ni siquiera yo sé lo que quiero, aunque sé que sí lo sé. Y me pregunto, ¿cómo se puede querer a alguien que no tienes? Siempre he sido de amores imposibles. O quizá soy yo, que me gusta creérmelo y los hago imposibles. Me va la marcha. Y no, no nos confundamos; cuando digo "tenerte" no es posesivo, es electivo. Y yo elijo tenerte, a mi lado. Solo deseo en lo más profundo de mi ser, que ese pensamiento sea mutuo. Y sí, sé que a la vez, te querré lejos. Utopías de la vida en que uno ya no concibe ni un futuro, ni un pasado. Ni siquiera un presente imperfecto.
Ahora dime: ¿comprendes ya lo loco que estoy? Lo peor es que ya no se si es por ti, por mi ego, o por la idea de no verme reflejado en tus ojos.

Historia de un deseo.

Qué miedo pensar. En ti, a ti. Sí, pens...arte, el tuyo cuando me miras. Y temblar. Como el que tiembla cuando está en la cuerda floja. Del vértigo, del abismo que preveo en tu cintura... o de las ganas. Las ga-mas de amarte, con todos los colores que entreven tus ojos cuando suspiras. Y lo haces. Me haces y lo hacemos... El barco de papel en el que, escritos, lanzamos al mar los deseos... y las ganas. Y entre suspiros, alzas tu voz como un torbellino de adrenalina. Soy feliz. Contigo. Y lo volvemos a hacer. Pero esta vez, el uno al otro.

A mi yo de ayer; por mi yo de hoy. Te pide (y pido), tu boca.

Qué mejor manera de recordar la esencia de mi tú, que con él. El maestro. Gracias, Miguel.

LA BOCA

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos. 

Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar, 

he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

Si, quiero querer ser, contigo.

Escribiré una anécdota. Una tras otra. Y sabrás porqué escribo, sabrás porqué me hace(s) sentir libre, y sabrás porqué me da(s) vida. Y tú, serás la protagonista de todas esas anécdotas. Serás aire en mi alrededor, ideas en mi desolada creencia nihilista, sueño en mi cabecera. Ya verás, eres y serás, como un pasado convertido en futuro y sucumbido por un presente de sentimientos encontrados; enfrentados. Eres luna y estrellas. Eres todo lo que siempre imaginé. Lo tienes absolutamente todo, incluso lo que sé que no tienes. Porque eres imperfectamente perfecta. Qué típica esa frase. Digamos que eres la más imperfecta entre las perfectas. Es diferente; el concepto, y tú.
Así que, sí. Eres una historia tras otra. Anécdota. Aquí y allá. Vienes y vas. Déjame decirte, que eres tú. Tan simple como eso. Persona, cuerpo y mente.

P.D.: Eres única.

Escribir(te).

Delante. Enfrentados. Cara a cara. Te ilumina una tenue luz del sol propia del atardecer en la ciudad. Nada que contar, mucho que decir. Me basta con encontrarte enfrente mío. Mirarte. Escucharte. Y saber que estás bien.
Manía la mía la de querer tenerte cerca. Llámalo manía, llámalo deseo.
Y aquí se acaban las palabras, las inexistentes rimas y los sinsentidos. Me dejas mudo. O soy yo, que prefiero callar y observarte, sentirte y deleitarme contigo.

Vuela.

Y que mientras queramos, seremos aves movidas por el viento. Que mientras esté en nuestra mano, jugaremos con el viento. Rasguémonos la espalda y busquemonos las alas para volar juntos. Surquemos el cielo como aves sin rumbo. Corazones sin pena, libres de toda vida anclada a un presente imaginario. Viajemos  a un futuro soñando con lo que lograremos. Jugando a ese afán por encumbrar un mundo de ensueño, el nuestro. Te escribo esto desde lo más profundo de mi corazón. Vuela alto.

Sin ser.. ya.

Y sin ser, ya me siento como tuyo. Prendido, alcanzado por una indirecta, con puntería. Entre miradas que matan y dan vida. No hay cabida para el fracaso en el momento en que lanzado, mi hombre bala, llegue a tu retaguardia. Montado en su caballo dio 80 vueltas a tu mundo, dibujando en su camino, mi trayecto sobre tu espalda. Trazando una línea, midiendo palmo a palmo cada parada (en tu cintura) como en aquel bar donde casi se une el hambre con las ganas de comer(te). Y, juntos, miraremos aquella luna desnuda sobre un mar de dudas, llegando incluso al clímax. Sonrisa de lado a lado. Conquistado. Fin.

Poemático al cuadrado.

¿Por qué? Si todo lo que me apetece eres tu. Como persona, como mente, y como alma libre. Ave voladora con ansias de planear sobre la tierra, totalmente libre. Solo te pido que me agarres de la mano y me lleves contigo. O yo a ti. Como prefieras. Sabes tan bien como yo, que podríamos conquistar el mundo. Y sabes tan bien como yo, que podríamos hacerlo incluso desde un rincón del lugar más inhóspito del planeta. Porque el Mundo es tan grande como nosotros queramos hacerlo. Y nuestro mundo lo mediremos en palmos, en lunares y en pequeños alientos de cariño, amor. Lo mediremos en deseos de alcanzar lo que siempre soñamos. Haremos rugir hasta las tripas de todos los que dijeron que era imposible. Y haremos del Mundo, nuestro lugar. Recordando que los lugares no son los sitios, sino las personas. Y tú, querida, eres mi lugar favorito. Tu lado, tu presencia. Incluso tu ausencia. Eres lo que siempre soñé. Y ahora me estoy dando cuenta de lo cursi que me ha quedado. Pero qué más me da, si es lo que sale de dentro. Poco poemático (existe esa palabra?) me ha quedado, pero sincero como él solo. Solamente deseo desde lo más profundo, que todo esto sea mutuo. Estar-te conmigo es maravilloso, estar-me contigo es grandioso. Ser yo, contigo. Ser tu, conmigo.

Truco de los caníbales enamorados.

Un leve soplo de aire fresco convertido en huracán tras un efecto mariposa que a cualquiera dejaría en shock. Frente a frente contando los segundos que dura una mirada de desconcierto ante un huracán con curvas, de las que dejan huella. Pongamos rumbo a un destino, desconocido para aquellos que ansían la libertad. Creamos, en un futuro imperfecto, conocernos palmo a palmo formando mapas en la piel, de lugares aun sin explorar, soñando ser náufragos de un deseo que ni el propio Neruda llegó a escribir jamás.

Desórdenes mentales.

Un suspiro tras otro, siguiendo el ritmo de las continuas convulsiones del pecho frente a mi. Escuchando el rugir de los pensamientos, el despertar del deseo contenido en aquel lugar, en aquellos dos metros cuadrados de primavera que rebosaban olor a azahar. Aire compulsivo lleno de deseos inundando mentes desordenadas donde la única lógica era la de dos almas libres capaces de comprender lo que decían aquellas letras. Se convertían en únicos, en aquel lugar, en aquel momento. Nada perturbaba el ambiente embravecido y dulce de aquel concreto centro del mundo. Solo unos suspiros a contratiempo, con diferentes alteraciones de bemoles contenidos en pequeñas notas formando líneas curvas sobre la espalda de aquella obra de arte, dibujada a mano alzada entre la nada y el todo. Formaban, un continuo espacio tiempo donde no estaba claro dónde se situaba ni el uno ni el otro. Solo sabían que formaban un todo, en aquella nada.

Siendo habidos sido.

Seremos lo que queramos ser. Querremos ser aquello que ansiábamos de niños entre tierras, desórdenes mentales, deslumbramientos provocados por repentinas muestras de asfalto en las rodillas y agujeros en los pantalones. Querríamos ser todo lo que una vez soñamos en un lugar escondido de todo lo que nos daba miedo, temor y, en cierto modo, nostalgia de ser lo que realmente queríamos ser.

De una parte: la belleza de lo complejo, la simpatía de un mimo, la sonrisa de un payaso solidario...

De otra parte: la búsqueda de algo fácilmente difícil, la sinceridad de un libro de Neruda, la fidelidad de un todo...

Dos partes en conjunción con las ganas de un todo complejo llegando a los límites propios de lo humano comprobado empíricamente. La timidez, la valentía y la incomprensibilidad de todo su ser por tal sentimiento que inunda su propia mente. Supérense, absténganse de pactos tácitos y jueguen por su vida. Ni una nada, ni un todo. Dos partes complejas que forman un algo incomprensible a los ojos de cualquier especie capaz de razonar sin olvidar en menos de una eternidad. 

Recuerde la forma en que la miraba, ahora piense en ella, suéñela y deséela como si fuera lo último que fuera a hacer en su vida. Pero no desconecte su mente; le hará volar entre sueños que llegan al propio universo de mentes perversas alimentadas de continuos deseos.