martes, 31 de enero de 2017

Qué bonita la vida, qué regalo tan grande.

La Cruzadas de las miradas, en el momento en que una mirada se convertía en un tú a tú capaz de hacer temblar el suelo; situados en un insólito lugar, rodeados de 21 gramos incapaces de satisfacer sus propias necesidades. Mientras, en ese pequeño rincón de un mundo imaginado, inventado hasta la saciedad, nos encontrábamos tú y yo. Como siempre, yo sin saber qué hacer ni qué decir. Tú como siempre, escueta y tímida como el primer puto día. Y es que las cosas no cambian, por ello sigo como estoy, atado a este hilo rojo, queriendo alcanzar tus mejillas, y soñando con acariciar tu frente con el tacto de mis labios. Mientras démosle una vida a la vida, porque siempre creeré que, queremos querer ser.